Capítulo 1 El pequeño ratón (1 2)
«Crecen las interrogantes acerca de la misteriosa escritora detrás del actual exitoso libro «Señales de Medianoche» de cuál solo se conoce dos letras como seudónimo ‘MJ’. De igual forma en la que crecen las interrogantes también crece el éxito de esta increíble historia llena de misterios, suspensos, pero por sobre todo de realidad, ya que se dice que los casos habrían sido inspirados en casos reales»
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El sonido del televisor anunciando las noticias nocturnas acompañaban la solitaria habitación del director Rossi a la espera de la finalización de un día rutinario más de trabajo en la Academia de Criminología Ward hasta que una situación en particular rompió esa rutina.
Clase 4-5
—Con lo aprendido el día de hoy y la clase anterior, deberán elegir algún caso de asesino en serie y basándose en sus conocimientos o dictamen, deberán realizar el perfil psicológico para presentar en la próxima clase, ¿Entendido?
La clase asintió al unísono y posteriormente se retiraron, a excepción de uno de ellos.
—Dan, ¿Has oído la consigna?— un estudiante de pelo color azabache de ojos almendrados en color café llamo a su compañero ubicado dos bancos más adelante quien se encontraba estático con su mirada perdida hacia el frente de la sala— Dan— llamo nuevamente.
Pero no hubo respuesta del estudiante de piel pálida con ojos en color esmeralda en su lugar, se paró de su asiento y con la mirada sin rumbo comenzó a caminar hacia su compañero con pasos lentos y pausados.
—-Ratón, ratón, ¿Dónde estarás? De una forma u otra igualmente morirás— canturreo su compañero a medida que avanzaba — Ratón, ratón, deja de correr, de una forma u otra igualmente te encontraré.
El estudiante se detuvo en el banco de su compañero y formo una sonrisa malvada, pero su mirada aún se encontraba perdida, no observaba a su compañero directo a los ojos, sino que estaban fijos en algún lugar fijo y desconocido ante la vista del resto.
—¿Dan?
—¡Te encontré!
Dan tomo a su compañero con fuerza por el cuello, una fuerza que nadie sabía que tenía.
—D…an— articulo su compañero con dificultad— No pu…e…do respirar— el sonido de su voz se volvía más inaudible en cada palabra.
—¿Creíste que ibas a escapar de mí?
La puerta de la sala de clases se abrió de par en par.
—¡Dan!— otro estudiante se acercó hacia ellos— Dan, ¿Qué haces? ¡Vas a matarlo!
El estudiante intento separar a ambos, pero Dan era más fuerte.
Y antes de que el estudiante se desvaneciera, Dan soltó sus dedos uno por uno, este cayo al pavimento y volvió en sí al igual que Dan.
—¡Dan! ¿Qué ocurre contigo?
Dan agachó la mirada hacia su compañero extendido en el suelo intentando recobrar sus fuerzas.
—¿Qué ha ocurrido Ian? —indago atónito ante la situación.
—¿Qué, que ocurrió? ¡Casi lo matas!
—¿De qué hablas?
Dan se agachó hacia su compañero.
—Jay, ¿Qué te ha ocurrido?
—¿Qué ocurre contigo Dan? —indago Jay con dificultad.
Dan observó a ambos desconcertado ante la situación.
—Realmente no sé de qué hablan, si pudieran explicarme para…
—¡Intentaste asfixiarme! —irrumpió Jay.
Y Dan recordó detenidamente lo que acaba de ver.
“Un parque deteriorado cubierto de pastizal en cada rincón. Partes de las atracciones estaban esparcidas a lo largo del parque y lo acompañaba un grisáceo día.
Comienza a avanzar con pasos lentos y pausados. Podía sentir que tenía una sonrisa dibujada en su rostro, pero no una sonrisa de felicidad o emoción si no una sonrisa de crueldad y a medida que avanza por el parque comienza a canturrear.
—Ratón, ratón, ¿Dónde estarás? De una forma u otra igualmente morirás…Ratón, ratón, deja de correr, de una forma u otra igualmente te encontraré.
Un sollozo se oyó a la distancia y su sonrisa se volvió más amplia.
Camino entre los restos de lo que en su mejor momento habría sido una de las atracciones más solicitadas por los más pequeños, el carrusel.
El sollozo se volvió más cercano hasta que diviso dos pequeñas piernas acurrucadas mientras temblaban al unísono.
Avanzo unos pasos más hasta estar frente al pequeño.
—¡Te encontré!
Y posteriormente presiono con fuerza su pequeño cuello.
—¿Creíste que ibas a escapar de mí?
El sollozo del niño se volvió más audible y presiono con más fuerza hasta que sus sollozos se detuvieron al igual que su respiración.”
Podía verse el horror impregnado en el rostro de Dan y es que estaba tan desconcertado como sus otros dos compañeros.
—Lo siento Jay, no sé que ha ocurrido— se disculpó Dan desconcertado.
Y corrió lo más rápido posible fuera de la sala alejándose de aquella extraña situación que acababa de ocurrir.
«¿Realmente intenté asfixiar a Jay?», se preguntó para sus adentros mientras sus manos temblaban sin pausa.
—¿Qué acaba de ocurrir? ¿Qué ha sido aquello que había visto? ¿Un parque abandonado, un pequeño y yo asfixiándolo? No tiene sentido.
Dan se detuvo a tomar aire y tranquilizarse, no sabía lo que acababa de ocurrir, pero tampoco sabia que no iba a ser la única vez que lo experimentaría.